jueves, 9 de febrero de 2017

24. Los Magos, de Lev Grossman

Datos del libro
- Género: fantasía
- Editorial: Ediciones B (Barcelona, España)
- Año: 2015
- Páginas: 490

Sobre el autor
Lev Grossman nació en Lexington (Massachusetts, EEUU) en 1969. Proveniente de una familia prolíficamente artística (ya que su padre es poeta, su madre novelista, su hermano gemelo diseñador de videojuegos y también escritor y su hermana mayor escultora), Lev terminó sus estudios en Literatura en 1991 en la Universidad de Harvard, y después hizo un curso de Literatura Comparada en Yale (aunque acabó abandonándolo).
Ha trabajado como periodista y escrito artículos para The New York Times, The Wall Street Journal, Time Out New York y TIME, entre otros.
Su primer libro publicado fue Warp (1997), que iba sobre la vida de un veinteañero que no distinguía bien entre la realidad y Star Trek. Le siguió el thriller Codex (2004), sobre un banquero al que se le encarga hacerse cargo de la biblioteca de un cliente que guardaba un gran número de extraños libros. Los Magos (The Magicians), su primera novela de género fantástico, vio la luz en 2009.

Argumento
Quentin Coldwater es un muchacho de Brooklyn con gran talento aunque algo tímido, obsesionado con una saga de libros sobre un mundo mágico llamado Fillory desde que los leyó por primera vez a una tierna edad, con unos padres que no le dan el afecto ni la atención esperada, y enamorado en secreto desde hace tiempo de su mejor amiga Julia (cuyo novio, James, también resulta ser un buen amigo suyo). En el momento en que comienza esta historia, Quentin está a punto de tener una entrevista de ingreso gracias a la cual pueda estudiar en una buena universidad. Sin embargo, le resultará imposible prever la cantidad de grandes cambios que van a sucederse en su vida desde ese mismo momento.
Para empezar, al llegar al domicilio del entrevistador, se encuentra en su interior con el cuerpo inmóvil y sin vida de éste. Tras llamar a urgencias, una joven y peculiar sanitaria entrega un sobre a Quentin el cual, una vez lo ha abierto en la calle, contiene ni más ni menos que el sexto e inédito libro de Fillory. De entre sus páginas sale volando una nota que Quentin sigue con tal de cogerla, pero sin darse cuenta se ve transportado muy lejos de Brooklyn, a un lugar conocido como Brakebills en donde le hacen un examen bastante extraño cuyo resultado resulta serlo aún más: Quentin es un mago, y como tal en lugar de ir a la universidad como la gente normal se quedará allí en Brakebills para aprender a controlar y desarrollar sus hasta ahora desconocidas capacidades. En ese lugar también conocerá a quienes formarán su grupo de amigos y aliados para las futuras adversidades: Eliot, Janet, Josh, Penny y, en especial, Allice.
Todos y cada uno de ellos se enfrentarán a peligros cuya existencia se ve posibilitada por la magia, como es el caso de la terrible y misteriosa entidad conocida como La Bestia.

Comentarios y conclusiones
Todo empezó cuando en uno de mis muchos ratos libres que tuve durante la primavera de 2016 descubría que se estrenaba una nueva serie de televisión de fantasía llamada The Magicians. Era interesante, si bien tenía sus fallos, sobre todo el hecho de que de un episodio a otro había poca cohesión y apenas se daban explicaciones de muchas de las cosas que sucedían (lo que en parte dificultaba el comprender de qué iba o qué caminos iba a tomar el argumento principal). No obstante, justo en el final de la primera temporada esos fallos parecieron corregirse, siendo para mí además un episodio bastante bueno. Al poco de acabar de ver la serie, descubro que ésta venía a ser una adaptación del libro del mismo título de Lev Grossman, y, tras preguntar ocasionalmente en librerías especializadas y obtener respuestas negativas, hasta el pasado invierno no tuve oportunidad de adquirirlo y de empezar a leerlo, y en verdad he de agradecer bastante que no dudase en coger el libro de la estantería, comprarlo y empezar a leerlo nada más llegué a un sitio cómodo en el que comenzar tranquilamente con su lectura, y al pasar su última página aprecié lo reveladora y gratificante que había sido.
Sucede que en el largo duelo entre libro y su respectiva adaptación televisiva/cinematográfica, en esta ocasión vuelve a ganar el primero, y es que la serie The Magicians en poco ha respetado la obra original de Lev Grossman: había eliminado personajes, otros los había cambiado en varias cosas y en consecuencia tenían poco que ver con los originales, y otros en cambio venían a ser pura creación del guionista.
No entraré en más detalles. Si digo que la lectura de Los Magos fue reveladora y gratificante es por el contrastado hecho de que con lo mejorable que era la serie, el libro en cambio es bastante bueno, y desde luego que esta consideración no está exenta de razones.
Empecemos.
La prosa de Grossman es amena y fluida. En todo momento el lector se encontrará bien ubicado en la historia, sin preocuparse nunca de perderse (a diferencia de lo que pasaba con la serie), algo que cabe apreciar ya que la trama del libro se desarrolla en un espacio de tiempo de entre cinco y seis años.
Ésto es gracias sobre todo a descripciones que resultan detalladas y para nada lentas o tediosas, en las que se ve bien claro el talento narrativo de Grossman, permitiendo además una buena profundización de los personajes, su carácter y las sensaciones que tiene Quentin, por ejemplo, ante las situaciones estrafalarias en las que se verá metido ocasionalmente, solo o junto a sus amigos.
Todo cuanto se cuenta en Los Magos tiene su razón de ser y un motivo dentro de la trama, no están ahí gratuitamente ni tampoco se tratan de párrafos de los que uno descubre que puede prescindir en su lectura pues resultan ser paja con la que el escritor pretendió engordar su libro, sino que guardan relación con los protagonistas y su trasfondo.
Además, no menos importantes son los diálogos, otro pilar fundamental del genio narrativo de Grossman. Tienen un lenguaje actual y moderno, claro y directo, sin tabúes ni censuras, que junto con las descripciones colaboran tanto en la fluidez de la narración y del tránsito de la historia así como en la forma no sólo de acercarnos y conocer mejor a los personajes sino de que éstos se muestren como son en mayor o menor medida a los lectores.
Y es que los personajes de Los Magos en su conjunto se trata de otro punto fuerte de este libro, muy bien definidos y caracterizados. No se mantienen igual desde que aparecen hasta que llegas a la última página del libro, hay una notable y bien elaborada evolución en muchos de ellos, y del grupo de amigos que Quentin forma en Brakebills podemos apreciar cómo sus miembros se contraponen en mayor o menor medida unos a otros pero también se complementan.
Son ante todo, y ésto es algo que quiero recalcar; humanos. Con ésto quiero decir que para nada son los típicos héroes modélicos y cuasi-perfectos de novela de fantasía, sino personas que por mucha magia que usen vienen a ser como el resto de la gente: con sus talentos y sus deficiencias, sus pasiones y sus vicios, sus deseos y sus inseguridades, sus aciertos y sus errores. En especial éstos últimos, ya que me atrevería a decir que la historia de Los Magos se vertebra en parte por los errores que llegan a cometer los protagonistas (en especial Quentin).
En cuanto al mundo, en un principio da la impresión de que con Los Magos Lev Grossman pretendía escribir una especie de versión cínica de Harry Potter dirigida a un público más mayor que el que disfrutó con los libros del célebre mago británico. Pero la verdad es que definir Brakebills como la versión americana de Hogwarts es simple y no se corresponde con la historia.
Para empezar, la magia que allí estudia Quentin no entiende de varitas, es bastante compleja y entraña muchas pruebas, riesgos y amenazas, por lo que ha de ser usada con precaución, concentración y conocimiento de lo que se está haciendo, y los estudiantes de Brakebills no se hallan divididos en ningún tipo de casa con un escudo heráldico representativo sino en las diversas especialidades mágicas a las que se dedicarán una vez lo descubran tras una especie de examen que hacen a finales de su segundo curso.
También es muy peculiar Fillory, el mundo mágico que poblaba las fantasías de Quentin desde pequeño, y que, con sus animales parlantes, sus criaturas mitológicas y sus hechiceros; resulta ser una suerte de fusión o mezcla entre Narnia y Dungeons and Dragons. En este tipo de cosas del universo de Los Magos se aprecia cómo en ellas se encuentran a veces referencias que, de una manera u otra; el autor hace de otras obras bien conocidas de la literatura fantástica.
Por todo cuanto he dicho hasta aquí, para con Los Magos de Lev Grossman tengo un veredicto bastante bueno, pues se trata de un libro que, aunque en mi opinión no marca ningún antes ni ningún después en la literatura fantástica, sí trae una historia fuera de lo habitual que hay en el género, muy amena, interesante y original como poco.

viernes, 3 de febrero de 2017

23. El jardín de Suldrun, de Jack Vance

Datos del libro
- Género: fantasía
- Editorial Gigamesh (Barcelona, España).
- Año: 2016
- Páginas: 420

Sobre el autor
John Holbrook Vance (más conocido por su peudónimo de Jack Vance) nació en San Francisco (California, EEUU) el 28 de agosto de 1916, y falleció en Oakland el 26 de mayo de 2013.
Estudió Ingeniería, Física, Periodismo e Inglés en la Universidad de California, Berkeley (graduándose en 1942), y trabajó por un tiempo como electricista en los astilleros de Pearl Harbor, abandonando esa ocupación un mes antes de producirse el ataque a ese sitio por parte de las fuerzas aéreas japonesas el 7 de diciembre de 1941. Más tarde, en 1943 se enroló en la marina mercante.
En cuanto a su obra, Vance comenzó a escribir en 1940, durante su etapa de vida universitaria. Su primer libro en ser publicada fue La Tierra Moribunda (1950).
Jack Vance es uno de los autores más reconocidos de fantasía y ciencia ficción del siglo pasado, y entre su círculo cercano de amigos se encontraban otros célebres escritores del género como Poul Anderson y Frank Herbert. De su amplia obra cabe mencionar por ejemplo sagas como la de La Tierra Moribunda, Ciclo de Tschai, Los príncipes demonio, Lyonesse (cuyo primer libro se publicó en 1983), entre otros.

Argumento del libro
Con El jardín de Suldrun da comienzo la trilogía de Lyonesse. Suldrun es la hija primogénita de Casmir, el ambicioso rey de Lyonesse, quien planea someter y conquistar a los demás reinos de las Islas Elder y convertirse así en el único y supremo monarca de ese archipiélago que en otro tiempo se situaba no muy lejos de las costas del golfo de Vizcaya. Por supuesto, para el cumplimiento de dichos planes la princesa Suldrun constituye una pieza esencial, en vistas a la conformación de alianzas políticas con algún reino mediante el matrimonio. Sin embargo, ella rechaza las imposiciones de su padre, por lo que éste, harto de la rebeldía de su hija, la manda confinar en un jardín que hay en una parte del castillo y que era frecuentemente visitado por Suldrun desde su tierna infancia. Durante su cautiverio, Suldrun se encuentra un día con un náufrago que resulta ser el príncipe Aillas de Troicinet, y el amor surge entre ambos. De esa unión nacerá un niño llamado Dhrun.
Sin embargo, el destino es adverso a los protagonistas, pues Casmir descubre el romance y, antes de que nazca el niño, manda encerrar a Aillas. Posteriormente, Suldrun ha conseguido ocultar el nacimiento de su hijo a su padre a duras penas, pero también acaba siendo descubierto, aunque ése no será el principal contratiempo ya que resulta que Dhrun ha sido capturado por las hadas del bosque y reemplazado por una de ellas. De esta forma, cuando Aillas consigue escapar de prisión tendrá que realizar un largo viaje en busca de su hijo.

Comentarios y conclusiones
Empecemos con la prosa. La  narrativa de El jardín de Suldrun podría calificarse bien como muy de su tiempo, en cuanto a que sus diálogos son sencillos y las descripciones detalladas y ocasionalmente amplias. Sin embargo, ha sido en el carácter de la prosa de Jack Vance, en su estilo y en su forma de contar las cosas en los que he visto las mayores objeciones e inconvenientes para con este libro.
Antes de seguir con ésto creo conveniente decir que El Jardín de Suldrun ha sido lo primero que he leído de Vance, por lo que ignoro si de lo que voy a hablar a continuación es algo bastante común y propio en toda la obra de este autor.
El caso es que, entre esos diálogos sencillos que los personajes suelen tener entre ellos, y las detalladas descripciones, ya sean de lugares o bien de las circunstancias políticas (pues lo digo ya, si bien en breve retomaré este aspecto: Jack Vance contextualiza bastante bien la historia) y demás, me he encontrado con un defecto por desgracia constante a lo largo del libro, y es la simpleza con las que son narradas muchas situaciones y escenas, algo que llegó a ser muy frustrante durante mi lectura.
Con la simpleza me refiero a que ante unos sucesos no se cuenta ni lo más mínimo sobre los pensamientos, las impresiones o los sentimientos que los personajes tienen al respecto, lo que provoca que el impacto que dicha situación pudiese haber causado en el lector pierda bastante peso, por el mero hecho de no haber profundizado en esos aspectos. Tal fue es el caso, por ejemplo, que durante la búsqueda de Aillas, algunos de sus compañeros mueren por el camino debido a las adversidades que se les presentan, y esa situación viene a estar narrada más menos y en resumidas cuentas de la siguiente forma: el compañero muere, Aillas y los otros lo entierran y se marchan. No hay más, no cuenta que Aillas sienta un gran pesar por perder a un valeroso compañero durante la búsqueda de su hijo ni nada en absoluto.
Si bien la prosa de Jack Vance en El jardín de Suldrun puede seguir en cuanto a estilo y forma la narrativa de los cuentos clásicos o de las leyendas medievales, éso no quita que esa simplicidad y la falta de profundidad en verdad constante sean importantes inconvenientes durante la lectura.
Otro caso que me ha venido a la mente es que hay un personaje que posee un carromato tirado por dos caballos bicéfalos y con patas de tigre (si bien éste detalle se da bastantes páginas más adelante de la primera vez que son mencionados), pues bien, no espere el lector a que Jack Vance cuente por ejemplo el lugar donde el personaje logró obtener a tan peculiares animales, o si éstos tienen una dieta o un comportamiento especial y diferente al de los caballos normales.
Hay ciertas cosas a lo largo de la historia que el autor da por sabidas, y en ocasiones da incluso la impresión de que más bien se está leyendo la primera versión escrita o el borrador de esta historia.
La prosa de Jack Vance podría resumirse de la siguiente manera: mucho decir nombres de lugares y sitios por los que pasan los personajes (otro defecto, algo que en los momentos en los que se da llega a ser pesado, como una guía de viajes que va indicando no mucho más que los nombres de los lugares que aparecen a lo largo del camino) y poco profundizar y dar detalles de los pensamientos y sensaciones de sus personajes.
Pero antes que nada aclarar: El jardín de Suldrun no es un pésimo libro de fantasía. Por cuanto se ha dicho antes por supuesto es mejorable, pero no malo.
Puede que Jack Vance no tenga término medio a la hora de dar detalles en la narración (o dice mucho o dice poco, como se ha venido diciendo), pero lo cierto es que tiene sus puntos de originalidad así como cosas y elementos que despiertan el interés y llaman la atención.
La historia de El jardín de Suldrun transcurre durante tiempos medievales en un archipiélago ficticio ubicado en el golfo de Vizcaya, en el que cohabitan diversos pueblos humanos junto con seres fantásticos mayormente feéricos como las hadas, los ogros y los trasgos, y muchos de los nombres presentados evocan a las leyendas del Ciclo Artúrico y la mitología celta (de hecho ésta es una de las culturas que habitan en las Islas Elder, y también existen conexiones entre la historia de este archipiélago y el legendario rey de los bretones).
Jack Vance ha mezclado de una manera francamente interesante y bien entretejida la fantasía de su propia cosecha con la historia de nuestro mundo y los elementos de las leyendas celtas y medievales, y ello se muestra al lector mediante una contextualización bien realizada de  a lo largo de la historia, agilizada en parte por la presentación sencilla (que no simple de la forma que he señalado antes) de algunos lugares, situaciones y personajes, y además de estar reforzada por una nota preliminar y los dos capítulos de glosario habidos al final del libro, sin olvidarnos del mapa de las Islas Elder y del árbol genealógico de los monarcas que gobernaron en ellas.
Así pues, el modo en que concluyen los acontecimientos, y más aún los enigmas e interrogantes que se plantean en el epílogo, atraen, despiertan la curiosidad del lector, y da una oportunidad para con el siguiente libro de la trilogía, aún con la posibilidad de que el estilo de Vance poco vaya a cambiar, y si he de dar algún tipo de veredicto sobre este clásico de la fantasía que he tenido ocasión de leer diría, sin intención de retractarme de esta opinión, que los lectores exigentes habéis quedado avisados y prevenidos.